Thompson, Edward Palmer; La formación de la clase obrera en Inglaterra, Crítica, Barcelona, 1986 (1963). Prefacio y Capítulo 6: «Explotación».
Clases sociales
Lectura | Marx y Engels
Marx, Karl y Engels, Friederich; El Manifiesto Comunista, Ediciones Herramienta, Buenos Aires, 2008 (1848). Capítulo I: “Burgueses y proletarios”.
Cine | Antonio Gramsci: los días de la cárcel (1977)
Título original: «Antonio Gramsci: i giorni del carcere»
Duración: 123 min
País: Italia
Director: Lino Del Fra
Sinopsis: «Gramsci, los días de cárcel» es un riguroso drama biográfico que realiza un recorrido por el complejo devenir personal e ideológico de este líder y teórico político italiano. El film se detiene concretamente en los años que Gramsci estuvo recluido en prisión a causa de su praxis política y en la intensa actividad teórica que desarrolló hasta su muerte en abril de 1937.
Fuente: http://www.filmaffinity.com
Lectura | Portantiero
Portantiero, Juan Carlos; Los usos de Gramsci, Folios Ediciones, Buenos Aires, 1983, Capítulo II: «Los usos de Gramsci». Fragmento.
Lectura | Gramsci
Gramsci, Antonio; «La formación de los intelectuales», en: Los intelectuales y la organización de la cultura, Juan Pablos Editor, México DF, 1975 (1949).
Lectura | Oliva
Oliva, Ángel; «El marxismo de Antonio Gramsci: diagnóstico, estrategia y conceptos para la sociedad occidental de entreguerras», en: Viano, Cristina (ed.): Miradas sobre la historia. Fragmentos de un recorrido, Prohistoria Ediciones, Rosario, 2012.
Lectura | Lenin
Lenin, Vladimir; «Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo», Anteo, Buenos Aires, 1984 (1913).
Lectura | Pla
Pla, Alberto; Historia del movimiento obrero, Volumen I, CEAL, Buenos Aires, 1984/86. Introducción.
Lectura | Fontana
Fontana, Josep; Historia: Análisis del pasado y proyecto social, Crítica, Barcelona, 1982. Capítulo 6: “Historia y contrarrevolución: 1814-1917”.
Literatura | Tiempos difíciles (1854)
«Era una ciudad de ladrillos colorados, o más bien de ladrillos que habrían sido colorados, si el humo y las cenizas lo hubiesen permitido; pero tal como estaba, era una ciudad de un rojo y de un negro poco natural, como el pintado rostro de un salvaje. Era una ciudad de máquinas y de altas chimeneas, de donde salían sin descanso interminables serpientes de humareda, que se deslizaban por la atmósfera sin desenroscarse nunca del todo. Tenían un canal obscuro y un arroyo que llevaba un agua enturbiada por un jugo fétido, y existían vastas construcciones, agujereadas por ventanas, que resonaban y retemblaban todo el santo día, mientras el pistón de las máquinas de vapor subía y bajaba monótonamente, como la cabeza de un elefante enfermo de melancolía. Contaba la ciudad de varias calles grandes, que se parecían entre sí, y de infinitas callejuelas aún más parecidas unas a otras, habitadas por gentes que se parecían igualmente, que entraban y salían a las mismas horas, que pisaban de igual modo, que iban a hacer el mismo trabajo, y para quienes cada día era idéntico al anterior y al de después, y cada año el vivo reflejo del que le había precedido y del que iba a seguirle.»
Charles Dickens, Tiempos difíciles (1854), Libro I, Capítulo V.